Saturday, September 12, 2015

HANDS: viaje en trineo para una nueva fantástica aventura progresiva


HOLA, AMIGOS DE AUTOPOIETICAN, LES SALUDA CÉSAR INCA.

HANDS es más que un grupo, es toda una institución dentro de la tradición del movimiento progresivo estadounidense, y al igual que muchas otras instituciones hermanas – HAPPY THE MAN, HOWEVER, YEZDA URFA, CATHEDRAL, etc. – ha estado ocultada detrás del telón de la indiferencia y la negligencia del mainstream musical de su país. Pues bueno, es verdad que los coleccionistas más acuciosos y meticulosos del género progresivo conocen a esta banda originaria de Dallas y saben valorar su legado como se debe, pero una verdad más hermosa es que este ensamble ha vuelto a poner manos a la obra para gestar un disco de retorno titulado “Caviar Bobsled”. Es cierto lo que lee, estimado/a coleccionista, HANDS renace de la mano de varios integrantes históricos y otros de más reciente membrecía en el presente año 2015. Con la nutrida alineación de Ernie Myers [guitarras, efectos y voz], Steve Powell [bajo, teclados adicionales, coros y efectos], Mark Cook [Warr Guitar y bajo], Martin McCall [batería y percusión], John Rousseau [batería], Skip Durbin [vientos], Rex Bozarth [Chapman Stick, bajo, cello y coros] y Shannon Day [teclados vintage y contemporáneos], el ensamble que ahora nos ocupa ha completado un repertorio de más de 72 minutos. En comparación con otros trabajos anteriores del grupo, “Caviar Bobsled” da una cierta prioridad a las sonoridades acústicas es los esquemas compositivos y arreglos de la mayor parte del repertorio: hay muchas veces nos topamos con que la guitarra acústica se instala en el centro neurálgico de la instrumentación, y eso hace que lo pastoral y lo folklórico se conviertan en los factores que dirigen los caminos de este trayecto progresivo que nos regalan HANDS. Así las cosas, se puede establecer un cierto paralelo entre este nuevo disco y “Twenty Five Winters” (trabajo que data del año 2002). Con todo esto, la presencia de los teclados resulta, por lo general, menos relevante a la hora de potencializar varios desarrollos temáticos. Repasemos ahora estos y otros detalles del disco al contemplar la ilación de su repertorio, ¿vale?


El título del tema de apertura irónicamente se titula ‘The Last Song’, y se trata de una pieza que exhibe un genuino punche rockero con dosis inteligentemente suministradas, mientras algunos pasajes elaboran una extraña mezcla de country-rock y manierismo. Cuando las bases armónicas de la guitarra y los diversos solos de órgano y sintetizador salen al frente, llega la hora de reflejar el aura general de vitalismo profundo del ensamble global. Luego sigue la dupla de ‘Heavy Lifting’ y ‘Discourse On Method’, diseñada para seguir ahondando en el colorido sanamente ecléctico del ensamble. El primero de estos temas, con un título ingenieril, ostenta una delicadeza peculiar y bien cuidada durante el desarrollo del cuerpo central, el mismo que se centra en un esquema sinfónico con ribetes pastorales. Las variantes de ambientes y ritmos están a la orden del día. Por su parte, el segundo, que ostenta un título tan flagrantemente cartesiano, exhibe una alegría grácil y elegante: con fuerte presencia de la guitarra acústica y el bajo sin trastes dentro de la columna vertebral de la instrumentación general, la canción sabe adornar su sencillez con ingenio. ‘Drum Roe’ es un solo de batería acompañado de efectos de guitarra, un preludio para ‘Halfway To Salem’, pieza que dura poco más de 7 ½ minutos y que se explaya en clave de semi-balada folk-progresiva. Notamos algunos aires a lo JETHRO TULL (etapa 77-78) y otros a lo GENESIS (etapa 70-71). ‘Still Life’ se mete en un terreno más fastuoso, subiendo de forma moderada los niveles de intensidad en la musicalidad exigida por el momento. El groove de la dupla rítmica se ajusta impecablemente a la compleja arquitectura de las cadencias construidas para la ocasión, mientras que los sucesivos solos de órgano y guitarra garantizan la persistencia de un punche llamativo: es en estos momentos donde hallamos aires de familia con sus compatriotas de HAPPY THE MAN. ‘Talking Points’ vuelve a lo pastoral con una prestancia impecable; el armado del cuerpo central resulta emotivo y refinado.

 


‘Like Me’ reincide en el aspecto bucólico que tiene tanto campo de expansión en el repertorio de “Caviar Bobsled”, pero esta vez se sazona con ciertos quiebres extravagantes que nos remiten, hasta cierto punto, al paradigma de GENTLE GIANT. De todas maneras, el asunto se queda bien instalado en el terreno de la serenidad reflexiva, en líneas generales. ‘Into The Night’ es una miniatura de dos cellos superpuestos en la que se nos muestra un retrato sonoro propio de ambientes otoñales de anochecer, al modo de un misterio que parece tener algo de perturbador pero que en realidad no llega a ser diabólico ni devastador. La luz irrumpe sin mayor demora cuando la cálida alegría de ‘Shards’ nos muestra otro ejercicio de talante folklórico dentro del discurso progresivo: el lado pastoral de YES y el lirismo de CROSBY, STILLS & NASH se hermanan en una fluidez impoluta, y cuando el cello vuelve a hacer acto de presencia, lo hace ahora para anunciar la cercanía del mediodía. ‘Alis Volat Propiis’ encarna una evocativa hibridación de KING CRIMSON y GORDIAN KNOT dentro de un gentil esquema jazz-progresivo prístinamente enraizado en pautas nu-jazzeras. ‘This And That’, por su parte, vuelve a la reflexividad bucólica de inspiración country-rock, contando con una inteligente base jazzera para su ingeniería rítmica. La canción que cierra el álbum es también la más extensa del mismo: se titula ‘Busy Signal’ y dura 11 ½ minutos. Esta larga composición empieza en clave abiertamente pastoral dentro de un encuadre inconfundiblemente sinfónico: este decisivo factor está principalmente apoyado en la labor de los teclados así como en los arreglos de violonchelo y flauta. No tarda mucho en instaurarse una compleja sección instrumental donde el grupo regresa a sus adorables fantasmas Gentil-Gigantescos con algunos retoques iniciales a lo FRANK ZAPPA; tras este pasaje, el grupo regresa a la inicial aureola de estilizada reflexividad, pero siempre con esos manierismos propios del paradigma sinfónico cuando quiere celebrar el impulso de lo melódico hacia su máxima expresión, y de allí, se prepara el reprise de la parte cantada y el cierre, creado con efectos flotantes de notas sostenidas de guitarra y aleves capas de sintetizador. Un final muy raro donde se combina la sencillez pastoral y el minimalismo cósmico, pero funciona como aventurero broche para un estupendo repertorio.

 

Todo esto fue “Caviar Bobsled”, un disco que nos deja con un buen sabor de boca y ecos de placer en nuestros oídos. La gente de HANDS conduce de nuevo el trineo del rock progresivo sin haber perdido nada de ese toque de refinada artesanía y colorido ingenioso con el que ha venido cultivando y movilizando su propuesta progresiva ecléctica a lo largo de varias décadas. Si la publicación de su material ha sido dificultosa e inconstante, la solidez de su visión musical va en dirección contraria para convertirla en una banda esencial para entender la cima del rock progresivo estadounidense de ayer y de hoy: HANDS están muy bien instalados en el hoy.


Muestra de “Caviar Bobsled”.-


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