Thursday, January 09, 2014

THE WORM OUROBOROS y la música que estaba destinada a ser


HOLA AMIGOS DE AUTOPOIETICAN, LES SALUDA CÉSAR INCA.

Hoy se da la ocasión de prestar nuestros oídos al novel grupo bielorruso THE WORM OUROBOROS y su más reciente disco “Of Things That Never Were”, publicado por el sello Fading Records en setiembre de 2013. Este ensamble formado y dirigido por el multi-instrumentista Sergey Gvozdyukevich (a cargo de los teclados, la flauta, la guitarra acústica y el canto) se completa con el guitarrista-tecladista Vladimir Sobolevsky, el bajista Alexey Zapolsky y el baterista Eugene Zarkhin, además de contar con la colaboración adicional de Vitaly Appow (quien tocaba vientos en RATIONAL DIET y ahora lo hace en sus dos grupos derivados FIVE STOREY ENSEMBLE y THE ARCHESTRA) en algunos temas. “Of Things That Never Were” fue publicado por la asociación de los sellos italianos Fading Records y AltrOck, y su repertorio ha sido elaborado en el transcurso de algunos años: la gente de THE WORM OUROBOROS ha tenido un ímpetu creativo prácticamente desde el primer día de su fundación. El grupo es clara y determinadamente ecléctico, jugando con varias bazas que van pasando desde lo sinfónico hasta el avant-prog, pasando por factores propios del jazz-prog, el Canterbury y lo Vandergraffiano, según el interés del momento. Y, con todo, el grupo se da buena maña para  dar una eficiente coherencia a su propuesta musical. 


‘L’Impasse Sainte Bérégonne’ abre el repertorio del disco con una prestancia melódica que se siente tan sobria como fastuosa: el desarrollo de las orquestaciones de teclado y los ornamentos de flauta son los ítems motivadores de los aportes de los demás instrumentos. Tras este revelador preludio, ‘Shelieth’ se proyecta como el tema que realmente inicia el cocimiento de la musicalidad que la banda tiene proyectada como núcleo central del disco, creando una hermosa confluencia de sinfonismo y Canterbury al modo de un HAPPY THE MAN mezclado con GILGAMESH, más algunas sazones del CAMEL de “Mirage”. Los coloridos aportados por los sucesivos solos de guitarra y sintetizador en diversas expansiones del cuerpo central son bellísimos. ‘Ladybird On A Moebius Strip’ es un relajante interludio pastoral con base de guitarra acústica y flauta que abre paso a la estilizada inquietud de ‘The Pear-Shaped Man’, una pieza cantada que varía totalmente de registro para explayarse en mecanismos sónicos inspirados en VAN DER GRAAF GENERATOR, aunque pasados por los filtros de AREKNAMÉS y DISCIPLINE. Este impulso expresionista es sucedido por la candidez intimista de ‘Dan Angel’ (una composición de guitarra acústica que parece sacada de los infinitos archivos de ANTHONY PHILLIPS) y el esplendor vitalista de ‘Pirates In Pingaree’, todo un cénit del disco donde la banda elabora una sonoridad dignamente heredera de los cánones de CAMEL, THE ENID y lo mejor de la obra solista de RICK WAKEMAN, añadiendo una coda que se nota a leguas empapada de cadencias Crimsonianas (del “Larks’ Tongues In Aspic”).

Como para no perder la costumbre, nos topamos con otra breve pieza pastoral, esta vez cantada, la cual se titula ‘The Magi’ antes de pasar a ‘Soleil Noir’, otro tema cantado con un mayor desarrollo musical. En este último nos topamos con una interesante cruza del GENESIS de “Trespass” y el VAN DER GRAAF GENERATOR de “Godbluff”, explorando ambientes intimistas desde una actitud reflexiva, un tanto distante, pero rodeada de lirismo. Con la ilación de ‘The Curfew’ y ‘Return To The Cold Sea Of Nothing’ tenemos 16 ½ minutos de expansiones sonoras que sirven para que el cuarteto refuerce decisivamente el eclecticismo que ha venido practicando con ingenio y convicción. ‘The Curfew’ porta un aura etérea desarrollada sobre un esquema muy dinámico que se basa por igual en el jazz-rock y el avant-prog de matices siniestros, añadiéndose ciertas sazones de rock sinfónico tradicional: en este sentido, nos recuerda a lo que por su lado hace una banda como DELUGE GRANDER en combinación con el Zeuhl contemporáneo de unos SETNA o unos ONE SHOT. Por su parte, ‘Return To The Cold Sea Of Nothing’ nos remite a los patrones del clasicismo romántico y barroco para focalizarse más propiamente en lo sinfónico, aunque lejos de centrarse al 100% a la candidez  habitual de estas situaciones, pone también algo de densidad inquietante dentro de la ecuación sonora. El epílogo del disco, ‘Hope’, exhibe un último trayecto breve hacia paisajes pastorales: un oportuno momento de reflexión intimista después de gozar de dos largas composiciones diseñadas con enorme boato.


“Of Things That Never Were” ha sido una de las más gratas revelaciones de la escena progresiva mundial en el pasado año 2013: THE WORM OUROBOROS se ha prodigado a lo grande en ésta, su primera manifestación musical – ojalá no sea la última.

P.D.: No vale confundir a este grupo bielorruso con otro estadounidense llamado igual y que practica un estilo híbrido de sludge y post-metal.


Muestras de “Of Things That Never Were”.- 

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