Saturday, April 23, 2011

PRESTO BALLET expande los límites y lugares del progresivo sinfónico










HOLA AMIGOS DE AUTOPOIETICAN, LES SALUDA CÉSAR INCA.

En esta ocasión trames a colación al quinteto estadounidense PRESTO BALLET, grupo formado en el año 2005 por el guitarrista/teclista Kurdt Vanderhoof, quien hasta entonces tenía como foco central de su labor musical al grupo de heavy metal llamado METAL CHURCH. Hace poco menos de dos años que este grupo se separó, pero PRESTO BALLET continúa activo, y de hecho, acaba de lanzar al mercado su tercer disco de estudio “Invisible Places”. Desde las huellas sonoras plasmadas en el disco debut “Peace Amomg The Ruins” y el siguiente “The Lost Art Of Time Travel”, PRESTO BALLET mostraba una devoción por los legados sinfónicos de YES, KANSAS y ELP, además de referencias al AOR estadounidense. En sus inicios, PRESTO BALLET operaba como un grupo tributo a YES y KANSAS, pero a seis años de su creación se puede decir que PRESTO BALLET sabe manejar algo propio dentro del actual estado de cosas en el género progresivo. Pues bien, “Invisible Places” re-confirma todo esto con un nuevo repertorio lleno de ideas musicales atractivas y efectivas, además de mucha garra rockera en medio de la sofisticación esencial y necesaria dentro de un esquema sonoro que se precia realmente de ser progresivo. La formación que toca en este álbum tiene a Vandehoof como único miembro en común respecto a la que grabó el disco anterior; en el caso del nuevo vocalista Ronny Munroe, cabe notar que tiene un registro similar al de Geoff Tate (QUEENSRYCHE).

‘Between The Lines’ abre el disco con una actitud bombástica donde el esplendor de las más explosivas expresiones del KANSAS y YES clásicos se combinan con la agilidad cálida de unos STYX pre-80erosy unos JOURNEY pre-Steve Perry. La muscular solidez del baterista permite que los contundentes guitarreos puedan asentarse a sus anchas de manera fluida: por su parte, las intervenciones de los teclados se dividen entre completar la fuerza rockera (en el órgano Hammond) y explorar sonoridades etéreas de cariz netamente sinfónico (en los sintetizadores). El disco sigue con ‘The Puzzle’, pieza que desarrolla mayores dosis de glamur progresivo en tanto que el lirismo inherente al motivo central está minuciosamente explotado y los teclados asumen un rol más protagónico: el solo de sintetizador y las entusiastas escalas de piano que se imponen durante el último minuto y medio posibilitan un epílogo convenientemente majestuoso. Hay en esta canción muchas afinidades con SPOCK’S BEARD (el de su valiosa etapa con Neal Morse como líder) y K2, y lo mismo vale para la canción que sigue a continuación, ‘Sundancer’, la cual lleva el boato sinfónico a un nivel más alto de sofisticación musical. La variedad de ambientes y matices es más notoria, así como los sorprendentes usos de compases inusuales ensartados entre los pasajes asentados en 4/4. La cuarta canción es la primera del álbum en durar más de 10 minutos, pocos segundos por encima de los 12, para ser más exactos. ‘Of Grand Design’ es su título, y tiene un engañoso comienzo reposado marcado por sonidos ambientales agrestes y flotantes arpegios de guitarra acústica, pero pronto el ensamble se implica en un desenvolvimiento sonoro potente, aunque esta vez se usa para desarrollar melodías evocativas y atmósferas ceremoniosas, logrando así gestar no tanto una suite sino una extensa semi-balada sinfónica. El empleo de una calculada gama de adornos melódicos (que pueden tal vez sonar un poco inspirados en ciertas sonoridades que RICK WAKEMAN utilizó en su “No Earthly Connection”) y algunos breves interludios más veloces permite a ‘Of Grand Design’ mantener un interés musical consistentemente. ‘One Perfect Moment’ entra tallar acto seguido para reinstaurar una estilizada polenta rockera muy semejante a la que anteriormente había signado el primer tema ‘Between The Lines’, aunque cabe notar que la complejidad formal del interludio instrumental (muy a lo KANSAS) le acerca más a las canciones 2 y 3. ‘All In All’ no supone un cambio muy significativo en el transcurso de las cosas: de muchas maneras condensa los espíritus centrales de las 3 primeras canciones, más un breve interludio lánguido que establece nexos con el aura reflexiva de la cuarta canción. ‘No End To Begin’, la otra canción de largo aliento, se encarga de cerrar el disco. Su espacio de casi 12 ½ minutos le permite explorar el atractivo de los motivos melódicos y atmósferas estilizadas con un peculiar empeño: los recursos de expansión para los pasajes dirigidos por la guitarra acústica o por el piano permiten al grupo explayarse en su faceta más contemplativa, pero a diferencia de la otra pieza larga, ésta otorga un lugar relevante a ambientes cálidos y optimistas, a veces marcados por una exquisita polenta rockera, otras veces marcados por una delicadeza sinfónica a lo YES/STARCASTLE.

Con “Invisible¨Places” demuestra PRESTO BALLET ser una banda de genuino interés para todos los fans y coleccionistas progresivos del mundo que eternamente añoran la etapa dorada de la vertiente sinfónica. Ellos mismos verán en este grupo a un ensamble que puede insuflarle una vitalidad renovada a esta modalidad de trabajo y creación musical.

Muestras de “Invisible Places”.-
Sundancer: http://www.youtube.com/watch?v=Usk2H5AjDTA
No end to begin: http://www.youtube.com/watch?v=a_NG1BluHKA

Tuesday, April 19, 2011

VAN DER GRAAF GENERATOR perpetúa sus fundamentos artísticos en base al número 3


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En el primer tercio del actual año 2011 salió al mercado musical el nuevo disco de estudio de una de las encarnaciones más añejas y respetadas de la historia del rock experimental desde los 60s en adelante: VAN DER GRAAF GENERATOR. El disco en cuestión es “A Grounding In Numbers”, el decimoprimero de toda su trayectoria y el segundo del trío que grabó “Trisector” algunos años atrás. A pesar de que ha pasado algún tiempo desde la separación de David Jackson del cuarteto reunido en “Present”, no es fácil quitarse de encima su legado tan vital para el sonido VDGG, especialmente en los momentos donde reina la melancolía misteriosa o se impone la fuerza de una armazón sincopada recurrente, sitios donde el “inexistente cuarto miembro” del actual trío sabía cómo marcar su osado sello característico. Pero en fin, “A Grounding In Numbers” es un síntoma de la vitalidad que este trío todavía tiene para ofrecer dentro del oficio de la música: los fundamentos sonoros y estilísticos de este disco sostienen varias ligazones con las atmósferas reflexivas que inundan los últimos discos de Peter Hammill, así como con las aventuras más típicamente rockeras que Hamill manejó en sus discos 70eros. Por lo leído en la red en las últimas semanas, no somos pocos los que consideramos que este disco más parece un solista de Hammill acompañado de sus dos más leales camaradas de toda la vida, pero hay algo más que esto en el disco: a eso puntan las descripciones expuestas en los siguientes párrafos. Una peculiaridad de este álbum es que ocasionalmente se cumplen roles inusuales para los miembros de este grupo: Hammill toca el bajo en ‘Splink’, Banton hace lo propio con al guitarra en ‘Smoke’, y Evans apoya a Hammill en la segunda guitarra en ‘5533’. Otro dato: ninguna canción llega a la barrera de los 7 minutos y la mayoría se queda por debajo de la barrera de los 4.


‘Your Time Starts Now’ ocupa los primeros 4 ¾ minutes del álbum, con un aura reflexiva que prácticamente se regodea en su compás lento (tirado hacia lo jazzero) tras un brevísimo prólogo de flotantes sonidos psicodélicos de sintetizador. No esperemos algo como ‘The Undercover Man’ al abrir “Godbluff”: la intención de Hammill & co. en la dupla de ‘Your Time Is Now’ y ‘Mathematics’ (canción que perpetúa lo reflexivo con el añadido de arreglos instrumentales un poco más complejos) es la de establecer una calma contemplativa antes de lo que seguirá después. Con ‘Highly Strung’, la atmósfera sónica empieza a adquirir más intensidad y músculo: hay algo de las tradiciones del Hammill solista 78-80 en esta canción patentemente rockera, además de algún recordatorio de las dimensiones más robustas del “World Record”, aunque queda claro que así como se sigue notando la ausencia de David Jackson en los temas lentos en lo que se refiere a aportar matices etéreos de flauta y saxo soprano, en piezas rockeras como ésta no hubieran venido para nada mal sus armonías de saxos dobles e incluso algún solo demoledor. ‘Red Baron’ es un instrumental guiado por cadencias tribales de la batería y retazos minimalistas de sintetizador y guitarra, algo muy a lo krautrock (miren por dónde…). ‘Bunsho’ restaura el factor rockero en una clave menos vigorosa que en ‘Highly Strung’ pero reformulándolo en un lenguaje sónico más sofisticado: ahora podemos hallar cercanías respecto a los dos primeros solistas de Hammill post-“Pawn Hearts” así como con la etapa 75-76, aunque el hecho de que la canción dure poco más de 5 minutos impide que la canción se explaye en vuelos instrumentales y ornamentos épicos propios de la escuela añeja VDGraffiana – bueno, es así como quiso el trío hacer esta canción. ‘Snake Oil’ ofrece la ventaja de continuar con el momentum iniciado por la canción precedente, y teniendo en cuenta su cariz propiamente hammilliano en cuanto al manejo de armonías conjuntas de piano y órgano y los cambios de ambiente, se puede con justicia señalar que en esta canción en particular renace completamente la esencia VDGG. Pero una vez más… ¡qué bien hubiesen quedado unas orquestaciones de saxos múltiples y florituras de flauta en el clímax que se inicia poco antes del segundo minuto y medio! ¡Y qué sentido hubiese tenido entonces que VDGG se sintiera a sus anchas para desarrollar la fastuosidad inherente a su estilo único y especial! Más allá de añoranzas por un presente irreal y un pasado inexpugnable, son muchas las razones para considerar a esta canción como la cúspide del disco (al menos, desde la humilde posición de quien esto escribe).


Después del auge emocional motivado por la secuencia de ‘Bunsho’ y ‘Snake Oil’, llega el instrumental ‘Splink’ para expresar matices abstractos donde conviven suaves atmósferas “cuasi-hawaianas” con aires de teatro de vodevil, articulados en torno a una batería eminentemente jazzera y alimentados con surrealistas ornamentos de guitarra slide e intervenciones diversas de los teclados: de esta manera pasamos al vigor sincopado de ‘Embarrassing Kid’, sanamente reciclado a través de variantes rítmicas inteligentemente fluidas. ‘Medusa’ regresa a la espiritualidad meditabunda de las dos primeras canciones en un tempo de 11/8, y también regresan esos aleteos psicodélicos de sintetizador que habían ornamentado el inicio de ‘Your Time Is Now’. Por su parte, ‘Mr. Sands’ retoma la faceta más optimista y extrovertida del disco, aunque las cadencias instauradas por la labor de Evans hacen que el swing sea menos rockero y más emparentado con lo jazzero: el esplendor de esta pieza compite seriamente con el de ‘Snake Oil’, especialmente en lo que se refiere al experto manejo de motivos recurrentes para crear algún tipo de tensión ágil. En este momento solo quedan poco menos de 12 minutos para la conclusión del disco, y este proceso es iniciado por ‘Smoke’, una pieza de ambientación ligera, con una batería casi anclada en la nostalgia de la psicodelia beat de fines de los 60s y unos teclados definidos en lo funky. Se vienen a la mente evocaciones de ‘Two Or Three Spectres’, la canción que cerraba “Nadir’s Big Chance”, pero la sensación no dura mucho porque apenas llegado el segundo minuto y medio, arriba abruptamente ‘5533’, una pieza jazz-progresiva que ostenta su compleja estructura rítmica mientras que Hammill habla/canturrea sobre el misterio de los números en consonancia con la estructura rítmica misma. (“Se puede crear un patrón matriz a partir de casi cualquier cosa / trazando imperfecciones causales en el flujo de información, / descontando el traspié de la identidad profesional. / Y el número es… cinco-cinco-tres-tres-doble-dos-tres”. ¡¡Éste es el Peter Hammill de siempre, el artista con corazón de científico y el científico con mente de artista!!). ‘All Over The Place’ cierra el disco con un cierto retorno a la vibración meditativa con la cual había comenzado, pero las bizarras armonías de los teclados (tanto el órgano como el sintetizador que imita el clavicordio), los ornamentos que Evans usa en su labor percusiva y el tono contenidamente furioso que Hammill emplea ocasionalmente en su canto hacen que esta canción no refleje languidez ni apatía, sino más bien un último momento de esfuerzo mental por entender alguna parte de la inmensidad que nos rodea, un momento de energía mental. La secuencia recurrente con la que se despide la canción (que hubiese supuesto un gran fade-out de haberse organizado así sus últimos instantes) porta una magnificencia innegable, lo cual inevitablemente nos lleva a evocar por enésima vez el cuadro contrafáctico de escuchar los aportes del “inexistente cuarto miembro”… [Estoy totalmente dispuesto a admitir la posibilidad de que esta apreciación específica oscurece la posibilidad de apreciar más adecuadamente este disco].


Balance final: “A Grounding In Numbers” es un muy buen disco que contiene varios momentos de grandeza progresiva (o afín a lo progresivo) que repite en ciertas dosis la proyección sonora explorada y explotada en “Trisector” pero que, tal como se indicó en el primer párrafo de esta reseña, guarda más conexiones estilísticas y ambientales con algunas fases de la prolija y diversa carrera solista de Peter Hammill. Ahora bien, no seamos injustos con el VAN DER GRAAF GENERATOR de hoy en día: es una banda que sabe funcionar y crear como tal a la perfección, una banda que sabe sacar provecho de su veteranía a través de una sólida concientización sobre su talento y visión artística, y “A Grounding In Numbers” confirma esto sin lugar a objeción.

Saturday, April 16, 2011

LE ORME: el camino hacia una nueva época de la mano de Michi Dei Rossi






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Hoy contamos con el privilegio de estar frente a lo más reciente de una de las leyendas vivientes y aún vigentes del progresivo italiano LE ORME, un indiscutible miembro de la tríada máxima del progresivo italiano originario (trilogía completada por PREMIATA FORNERIA MARCONI y BANCO DEL MUTUO SOCCORSO). También se trata del componente de dicha tríada que peor ha experimentado las turbulencias de la vida en las últimas décadas. Con la pérdida del teclista Toni Pagliuca en medio de la momentánea decadencia creativa que el grupo padeció durante la primera mitad de los 80s, el grupo pudo reconstruirse progresivamente de manera esplendorosa con el concepto triádico de “Il Fiume”, “Elementi” y “L’Infinito” bajo la batuta de Aldo Tagliapietra y dos nuevos socios compartiendo el rol de teclistas y el constante Michi Dei Rossi a la batería/percusión. Hasta aquí tenemos una historia con final feliz, pero los avatares del destino se volvieron a cebar sobre LE ORME cuando Aldo Tagliapietra abandonó la banda, una acción que iba acompañada de un cuestionamiento sobre el sentido que tendría la supervivencia de LE ORME como núcleo musical. Y fue aquí donde Michi Dei Rossi se erigió (insospechadamente) como el nuevo líder musical del combo, lo cual implicaba que el grupo se sentía capaz de no solo avizorar sino ante todo concretizar una nueva fase de su trayectoria musical sin Tagliapietra. Mientras que este último se concentraba en una sobria carrera solista y se asociaba ocasionalmente con Pagliuca para rememorar clásicos del LE ORME 70ero, Dei Rossi & co. gestaban un nuevo disco conceptual, esta vez sobre la figura histórica de Marco Polo en tanto simbólica del encuentro entre culturas diversas. Con la permanente asistencia de Michele Bon (órgano Hammond, piano, sintetizadores), el ingreso de Fabio Trentini (bajo, guitarras acústicas, dulcémele, sitar eléctrico) y la colaboración de algunos otros fabulosos artistas (entre ellos, el vocalista de METAMORFOSI Jimmy Spitaleri), “La Via Della Seta” iba ganando cuerpo y consistencia, hasta por fin convertirse en un ítem discográfico en la primera mitad de abril de este año. El resultado es, para decirlo en una sola palabra, magnífico: el disco sigue fiel al esquema sinfónico revitalizado y re-estilizado que Le Orme gestó y maduró en sus tres discos anteriores, manteniéndose a tono con el sinfonismo de colores mediterráneos tan propios de la tradición progresiva italiana, a la vez que tiende ciertos puentes ocasionales con lo que muchas buenas bandas italianas progresivas de la actualidad han venido haciendo desde el revival 90ero. Otro invitad oque vale la pena mencionar es el guitarrista William Dotto, quien hace sentir las cuerdas eléctricas varias veces a lo largo del disco con una presencia importante: lo más cercano a ello estuvo en el sintetizador que emulaba punteos de guitarar eléctrica en los tres discos precedentes que antes se mencionaron. Ya varios comentaristas internautas le auguran un futuro asegurado en cualquier lista Top 10 progresiva del año 2011... ¡y a lo mejor no están exagerando!


‘L'Alba Di Eurasia’ abre el disco con un esplendor sinfónico propio del LE ORME clásico aunque alimentado de matices a lo METAMORFOSI-ALPHATAURUS... pero básicamente esto sucede solamente en los primeros segundos, pues el cuerpo central consiste en una manifestación lánguida y reflexiva de fraseos de guitarra acústica, culminados con un solo de guitarra eléctrica un poco a lo OLDFIELD, mientras las capas de teclado se explayan en la base. ‘Il Romanzo Di Alessandro’ sí desarrolla un pleno ejercicio de rock sinfónico, muy en línea con la sonoridad que LE ORME exploró concienzuda y consistentemente en la última trilogía dirigida por Aldo Tagliapietra. ‘Verso Sud’ (y su siguiente Ripresa) conforman la primera pieza cantada del álbum, con el invitado de lujo Jimmy Spitaleri: se trata de una balada con base de piano que pronto adquiere orquestaciones de teclado muy a lo GENESIS, amén de un solo de guitarra a lo CAMEL. El esquema melódico de esta canción se redondea consistentemente con la inserción de ‘Mondi Che Si Cercano’, cuyo fastuoso viaje sinfónico se instala cálidamente sobre el persistente compás lento. La dupla de ‘Una Donna’ y ‘29457, L'Asteroide Di Marco Polo’ se desarrolla en un medio tiempo en 6/8 que incluye un estupendo solo de órgano: su candidez melódica puede muy bien remitirnos aun encuentro entre la esencia ormiana de los tiempos de “Uomo Di Pezza” y uno de sus clásicos contemporáneos, ‘Elementi’. Si bien se trata de una dupla donde ambas canciones individuales se engarzan mutuamente de manera compacta, algunos oyentes (como quien esto escribe) pueden tener la sensación de que el atractivo de su base melódica y de su atmósfera general ameritaba un mayor espacio de tiempo para que tuvieran lugar arreglos propios de la ambición estética progresiva. Pero en fin, así son las cosas y el álbum continúa con ‘Serinde’, instrumental que sí explora fehacientemente un par definido de ideas musicales para sacarles el jugo y armar una armazón melódica que incluye cadencias mediterráneas y capas cósmicas de mellotron sintetizado, los mismos que enriquecen el viaje melódico en curso. ‘Incontro Dei Popoli’ es algo muy diferente pero igualmente recurrente en la leyenda de LE ORME: un viaje eminentemente pastoral protagonizado por múltiples guitarras acústicas, teclados que imitan flautas y toques de glockenspiel, para que cuando entre la batería en acción se torne en una suave experiencia de sencillas atmósferas envolventes. Spilateri, quien tiene una voz con fuerte personalidad, matiza su estilo para sujetarse prudentemente al ambiente contemplativo inherente a la canción. Es en este momento que el oyente puede percatarse de que el concepto del disco ha estado elaborando un clímax decisivo, y esta es una idea que se confirma con el arribo de ‘La Prima Melodia’, una canción que oscila entre el estándar de la balada sinfónica y la candidez alegre que previamente habíamos hallado en ‘Una Donna’ y ‘29457, L'Asteroide Di Marco Polo’. ‘Xi'an - Venezia – Roma’ vuelve por el sendero de la pura energía, instituyendo un esplendoro paisaje sonoro donde la esencia sinfónica de la banda deja ciertos espacios para unos pautados matices jazzeros en algunas intervenciones del piano y la batería. el acorde sostenido final de órgano tiende el puente hacia la canción homónima con la cual concluye el disco. ‘La Via Della Seta’ es una pieza solemne, moderadamente bombástica, sostenida sobre un motivo recurrente que tiene algo de céltico: se me vienen a la mente afinidades con IL CASTELLO DI ATLANTE y CAP al escuchar este bonito epílogo que conjura sensaciones de dulce conmoción revestidas con un elegante colorido.


Así fue la experiencia de “La Via Della Seta”, un disco que muy gratamente confirma que la grandeza de un grupo importante dentro del desarrollo y afianzamiento del género progresivo sinfónico en los 70s no tiene por qué decaer por necesidad de alguna “ley natural”. Pero, sobre todo, confirma que LE ORME es realmente una entidad “casi autónoma” cuyo esplendor se eleva enormemente sobre la luz individual de cada componente: así pues, el grupo renovado bajo el liderazgo de Michi dei Rossi y alimentado de los aportes de los demás músicos ha logrado confirmar su vitalidad, la cual ya parece eterna tras el renacimiento que supuso “Il Fuome” hace ya muchos años.


Muestras de “La Via Della Seta”.-


Sunday, April 10, 2011

FERNANDO REFAY y la "paradoja" de hacer rock progresivo en el siglo XXI





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Mientras avanza el mes de abril rumbo hacia la compleción de su primera mitad, nos quedamos en tierras sudamericanas aunque cambiando de país en nuestro repaso de parte de las cosas que se siguen haciendo en la música progresiva de nuestros tiempos. En esta ocasión volteamos la mirada hacia Argentina para descubrir al teclista FERNANDO REFAY y su disco solista “The Paradox”. REFAY es un músico de formación académica y que desde muy joven mostró interés por el jazz y el rock artístico, aparte del gusto por la música de cámara. Junto con otros nombres como Rodrigo San Martín y Alejandro Matos, él pertenece a una peculiar hornada de solistas argentinos que crean música progresiva de forma independiente para el deleite de los aficionados y coleccionistas que actualmente mantienen sus oídos a las nuevas obras que siguen surgiendo para alimentar la supervivencia de este género en el nuevo milenio. Aparte de su actual labor como miembro de la banda SILION ZELF, REFAYy ha venido trabajando en su propio material solista en los últimos años, dando como fruto “The Paradox”, un ejemplo de cómo aún hoy en día se pueda crear rock sinfónico por vía de una ingeniosa confluencia entre la recepción de la añeja cosecha de los 70s y otras vibraciones sónicas más modernas. Encuentro algunas afinidades estilísticas con su colega Rodrigo San Martín (quien de hecho colabora en un par de temas), aunque a diferencia de éste, REFAY tiende a dar preferencia a estructuras compositivas que no se expanden demasiado en torno a las ideas nucleares.


El tema homónimo opera como una fastuosa obertura sinfónica que comienza en solemnes acordes de piano para luego derivar en una electrizante orgía emersoniana muy afín a los paradigmas de los japoneses de GERARD y el chileno JAIME ROSAS. ‘The Hour Of Justice’ es un tema pegadizo que me recuerda bastante al SAGA pre-“Heads Or Tales” así como al ARENA post-“The Visitor”, aunque los retazos relacionados con el estereotipo neo-prog no son tan sobredimensionados como para no dejar espacio para la elaboración de ornamentos más emparentados con el sinfonismo de vieja escuela. Sigue a continuación ‘The Wicked’, uno de los temas más largos del disco: aquí REFAY nos muestra una fluida confluencia entre el prog-metal dreamtheatero de la etapa Moore y una pauta sinfónica wakemaniana modernizada al estilo de lo que también encontramos en bandas latinoamericanas como RETSAM SURIV y TOCCATA. La presencia de porciones de discursos triunfantes de George Bush Jr. sirven para indicar el carácter ácido de las letras, escritas mayormente desde la perspectiva del arrogante autoproclamado protector de la libertad. Para el interludio lento en 3/4, tanto el espíritu de la canción como las letras viran hacia una actitud reflexiva desde donde se lamenta la confusión y la mentira que subyacían al discurso predominante. La coda revive el motivo central para culminar la idea como cerrando un círculo. ‘El Paraíso A Sus Pies’ brinda un momento de ligera calma bajo la guisa de una balada centrada en los efluvios del piano y las bases de guitarra acústica, antes de que la tríada de ‘My Oh My’, ‘Welcome To The Show’ y ‘The Reflection’ nos devuelva la dimensión fehacientemente extrovertida de REFAY: el primero es un breve preludio simpático, cándidamente lírico, mientras que el segundo y tercero son sendos muestrarios de rock melódico relativamente sofisticado al modo de una cruza entre el SAGA clásico y el ASIA de la era Payne. Estableciendo una comparación entre dos últimos temas, ‘Reflection’ es el que mejor explora el nervio rockero dentro de un contexto típicamente progresivo (estilizados ornamentos y orquestaciones de teclado en medio de la armazón de guitarra y batería, alternancia de compases 4/4 y 7/8, un interludio de cariz barroco). La balada ‘She’s Like A Green Meadow (Because She Makes Me Happy)’ ofrece un contraste frente a la adrenalina precedente en base a un clima románticamente bucólico semi-genesiano, mientras que ‘Trespassing’ exhibe un colorido ágil y amable, el cual yo siento inspirado en el mejor WAKEMAN 90ero. De esta manera, e prepara el terreno para la otra pieza larga del disco, ‘A Frozen Nightmare’: básicamente se trata de una semi-balada rockera de moderadas influencias floydianas, marcada no por el liderazgo de la guitarra eléctrica sino del piano, y sazonada con un fastuoso interludio que reaviva el factor WAKEMAN con solvencia y pulcritud. ‘Walking On Air’ concluye el disco con un gancho rockero contundente: tras un impresionante preludio de piano clásico, la pieza desarrolla un cuerpo central que puede definirse como el “hermano menor” de ‘The Hour Of Justice’ y ‘Welcome To The Show’, añadiendo mayores dosis de espíritu optimista al asunto.


En fin, tenemos en “The Paradox” un trabajo progresivo muy interesante para los tiempos actuales, especialmente para aquellos que gusten de la línea sinfónica con desarrollos melódicos meticulosamente definidos y un manejo medido de la complejidad.


Friday, April 08, 2011

AUTÓMATA y el regreso de la neurosis prog-metalera chilena


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Hoy traemos a colación a AUTÓMATA, banda chilena puntera en esto del prog-metal dentro de la vanguardia rockera de su país, o al menos, a eso apuntaba hace algunos años con su fantástico disco debut “Mecánica”. Pues bueno, su posición líder como fuerza creativa progresiva se afianza indisolublemente con éste su segundo disco, “Neuron”. El otrora trío (con dos guitarristas y un bajo programado) ahora se convierte en cuarteto con el ingreso del teclista Jaime Acuña: la misión de este último es completar el bloque sonoro estándar de la banda principalmente con sonoridades cósmicas e industriales, aunque también se da maña para incorporar orquestaciones etéreas con vibraciones envolventes, lo cual extrañamente hace mucho sentido en su afiliación con la implacable mole sónica que aporta la dupla Sebastián Lekanda-Iñaki Varela y la contundente armazón rítmica de Alfredo Smith. Autómata inteligentemente opta por reformular su postura estética a través de un ligero aminoramiento de su crudeza sónica a la par con un mantenimiento de la refinada dinámica instrumental con exploraciones en torno a nuevos matices – el poder de siempre con un espectro renovado en su bien marcada gama de colores. Al igual que en el caso de “Mecánica”, el repertorio de “Neuron” incluye varios breves interludios, muchos de los cuales se titulan con variantes de la palabra ‘Sinaptic’. El denominador común de estos interludios es un minimalismo industrial que siempre funciona bien como contrapartes ocasionales a los usuales vendavales de filuda sofisticación que conforman la composición de las piezas centrales, aunque también podemos encontrar ruidos de combate militar como ocurre en ‘sinaptic_01’, o un ejercicio de espirales electrónicas como en ‘sinaptic_04’.


Los primeros tres minutos y pico del álbum están ocupados por ‘Ronin’, una pieza intensa y grisácea cuya patente aureola de inquietud se plasma de una forma osadamente neurótica: los teclados del recién ingresado Acuña ayudan a aportar un elemento siniestro a la polenta implacable de los guitarreos y la compleja estructura rítmica, amiga de pulsaciones machacantes y retadoras variaciones de groove. El abrupto final abre las puertas para ‘Hexágono’, tema que desarrolla una capitalización de la neurosis precedente a fin de plasmar un contraste más pronunciado entre las secciones salvajes y las contenidas: los matices jazz-rockeros de la batería ayudan a crear matices ágiles para los pasajes contenidos. Aquí se da un nexo frontal con el KING CRIMSON metalizado que fungía como un fuerte paradigma de “Mecánica”, al igual que en ‘uN’, el cual se explaya gustosamente en la vibración arquitectónica inherente al sonido de AUTÓMATA. Este último, a pesar de que dura poco más de 2 minutos, tiene suficiente fuego dentro de sí como para marcar una importante referencia energética dentro del repertorio general disco. ‘Sudoku’ prefiere enfatizar el factor crimsoniano a través de un filtro metalero técnico (SPASTIK INK, CANVAS SOLARIS, MESHUGGAH). Ubicada en el centro del repertorio, ‘Neuron’, que a la sazón es la pieza que da título al disco, retoma los espíritus de ‘Ronin’ y ‘uN’, incluso emparentándose con la dinámica sofisticada que hallamos en discos de otros grupos chilenos como OCTOPUS y FLOTANTE, compartiendo con ellos la relevante influencia de MESHUGGAH. Tras la aureola burbujeante del preludio ‘antiquark’, nos topamos con ‘Quark’, una exhibición de ceremoniosa oscuridad sónica al modo de una viñeta dibujada con colores de chamber-rock a lo UNIVERS ZERO, colores reciclados con trazos industriales a lo NINE INCH NAILS; los ingeniosos redobles de Smith aportan un oportuno sentido de dramatismo a la misteriosa languidez en curso. Aunque en lo personal yo hubiese preferido que esta pieza se desarrollara con la meta de explorar un clímax donde confluyeran la magia siniestra del RIO y el dinamismo incendiario del metal experimental de forma insospechada (imagino una mezcla de GUAPO con SHINING)… ¡ante todo, es la opción estética de los creadores y dueños de la composición! Con ‘Ach Dam ’Ch’ volvemos a las exploraciones arquitectónicas con materiales forjados en furia y neurosis, aunque esta vez el grupo se plantea una estrategia de contrastes fluidos de una manera semejante a la de ‘Hexágono’. El clímax forjado desde poco después de pasados los 3’30” se cierra con el fade-out de un pasaje de piano. Para ‘Sicarius’, el grupo elabora un nuevo ejercicio de rock sofisticado sobre un compás menos frenético, lo cual permite a Smith trabajar con un swing que colinda con el jazz-funky y a los guitarreos desplegar su furia innata con dosis menos urgentes de densidad, mientras que por su parte, el teclado mayormente se centra en crear cortinas espaciales. El disco se cierra con ‘Trigono 2011’, una nueva versión del tema que abría el disco debut: para esta versión, la polenta está un poco más contenida y el teclado hace sentir su presencia, lo cual redunda globalmente en plasmar una exploración de sonoridades industriales que reforman la vibración metalera del original, así como una cierta exquisitez adicional.

Tras un buen puñado de primeras escuchas de “Neuron”, quien esto escribe se convence más y más de que AUTÓMATA encarna un hito viviente para el movimiento progresivo que hoy por hoy sigue sobreviviendo en los márgenes del negocio musical rockero, tanto a nivel chileno como latinoamericano. Se puede escoger una colección concisa de temas favoritos: ‘Hexágono’, ‘Neuron’, ‘Ach Dam ’Ch’ y la versión remodelada de ‘Trigono’, por ejemplo. Pero más allá de eso, “Neuron” es un muestrario compacto de una de las vías de renovación más sólidas del lenguaje rockero que existen hoy por hoy en América Latina. Un grupo como AUTÓMATA, que tiene tanta fuerza que explayar en cada una de sus grabaciones y que mantiene suficiente frescura como para generar nuevos aires sin abandonar la lealtad a sus propios instintos artísticos, solo puede merecer palabras de elogio.


Sunday, April 03, 2011

Desde Chile llega PLATURNO con su insanía progresiva





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Hoy es el turno de la banda chilena PLATURNO y su reciente segundo disco de estudio "Insano", el cual significa para la banda un paso de gigante musical con respecto a su prometedor disco debut "Núcleos" (del año 2007). El momentum en el que hoy por hoy se sitúan los hermanos Aguayo (Sebastián a los teclados, Andrés a la batería y percusión) y Felipe Rivera (a la guitarra) muestra al grupo con una polenta rockera más consistente y un afiatamiento instrumental más compacto; el hecho de que la producción de sonido para este nuevo material sea mejor también ayuda a concretizar estas impresiones. Realmente tenemos aquí un disco que promete ser uno de los más llamativos de la diversa escena progresiva sudamericana que tiene lugar en este año 2011, y eso que recién empieza su segundo cuarto.


'Apariencias' abre el disco con una parsimonia pesada muy afín al DREAM THEATER del "Awake" y al FATES WARNING del "Disconnected": el lucimiento de la guitarra es medido pero no por ello su rol deja de ser crucial para el desarrollo de la electrizante polenta del tema, mientras que pro su parte, los teclados se focalizan principalmente en asentar las bases para los riffs guitarreros y aportar ornamentos psicodélicos en ciertos pasajes. De esta forma tan contundente el grupo abre camino para 'Nacimiento' y 'Frenético': el primero despliega un ejercicio de jazz-rock progresivo que combina la línea estereotípica de unos PLANET X con juegos de síncopas y contrapuntos al estilo crimsoniano 80ero; por su parte, el segundo vuelve un poco al patrón dream-theatero, incluso con una complejidad rítmica más acentuada, pero además, con una mayor presencia de los teclados, los cuales se resaltan simultáneamente las orquestaciones pomposas y las atmósferas de corte space-rock. En estos primeros 12 minutos y medio del disco advertimos sin dificultad que PLATURNO se complace en mostrar su revitalizada energía rockera. Es en esta instancia que el grupo aprovecha para elaborar climas más calmados en el breve interludio 'Puente' y atmósferas flotantes en la pieza homónima que sigue a continuación; en esta última, el trío desarrolla un colorido jazz-progresivo envolvente sostenido sobre el equilibrio bien planteado entre los espacios solventemente llenados por los teclados y los estilizados fraseos de la guitarra. No faltan ciertos momentos pesados, aquellos donde el elemento DT-FW se vuelve a hacer notar: bien podemos describir esta pieza como una cruza entre ALLAN HOLSDWORTH y HAPPY THE MAN, parcialmente empapada de perfumes prog-metaleros. 'Control' es la única pieza cantada de todo el disco, pero su oferta más importante es que se trata de una pieza reposada ampliamente teñida de colores folclóricos, con percusiones y arreglos de cello bastante llamativos, además de unos efectos cósmicos de sintetizador que añaden un bizarro aire de irrealidad al asunto. 'Nahuelbuta' recoge la posta fusionesca de 'Control' y desarrolla al inicio un sobrio viaje instrumental que evoca los momentos más etéreos de la legendaria MAHAVISHNU ORCHESTRA (sobre todo cuando el solo de sintetizador emerge al estilo de Jan Hammer). Más adelante, la pieza se traslada hacia sonoridades jazz-rockeras más contemporáneas, con un Sebastián que se manda con efectos psicodélicos extrañamente efectivos en su contraposición frente al solo de guitarra en curso. Casi sin darnos cuenta, la banda empieza a hacer una excursión free-jazzera de tensos tonos crimsonianos, gestando así un clímax bizarro y neurótico para la pieza. 'Janitos' insiste una vez más en el factor jazz-rockero, aunque su renuncia a gestar composiciones monotemáticas los lleva a incorporar experimentales aires crimsonianos en algunos pasajes. En todo caso, el carácter medio ceremonioso de este tema se contrasta con el grácil groove exhibido por 'La Batalla De Seattle', pieza donde la cadencia funky resulta importante no solo para el entramado rítmico sino también para el desarrollo de la ambientación general de la composición. Los últimos 7 minutos del disco están ocupados por 'Tetelestai': esta pieza retoma entusiastamente el espíritu fuerte y parsimonioso de 'Apariencias', casi como cerrando un círculo, aunque cabe advertir que su duración permite ahondar profusamente en el motivo central y generar espacios revitalizadores para el lucimiento del teclado.


Con la vitalidad inteligente de 'Frenético', la estilizada belleza de 'Insano' y la gallarda onda aventurera de 'Nahuelbuta' tenemos identificadas las cimas definitorias de este disco, pero ante todo, se debe valorar a "Insano" como una obra musical bien integrada dentro de su lógica progresiva ecléctica. Así pues, este disco es un manifiesto de la completa madurez de PLATURNO como fuerza creativa dentro de los amplios recovecos que conforman la escena progresiva actual.


Muestras de “Insano”.-